Vuelvo a la esencia, llegaron las vacaciones y con ellas el tiempo para reflexionar cuán duro pasó este semestre, que poco tiempo tuve para estacionarme y analizar mi vida, la Universidad siempre exigiendo atención, a la vez que mi mente creó sentimientos de culpa por no dar suficiente a quienes merecen atención. En fin, mi mente pensaba en soluciones, estrategias, ideas y otras cosas donde intentaba llevar lo inerte a la vida, creación que a su vez serviría de sustento a mis culpas. Ahora, en plenas vacaciones todo está en otra perspectiva, ya no parezco tan indispensable como los pensamiento que rondaron durante el semestre. En vacaciones todo se percibe vivo, en movimiento, todo sigue su curso y yo, una observadora pasiva en medio de todo.
Me visualizo en la no presión de los deberes, pasan las semanas, con ellas las vacaciones y todavía me estoy preguntando ¿Qué se hace en vacaciones? ¿Repasar la materia del semestre pasado para no perder el hilo? ¿Indagar en la materia que se viene para no quedar pillada? ¿Dedicar el tiempo a quienes quiero? ¿Carretear? ¿Viajar? ¿Dormir? ¿Trabajar? ¿Hobbies? ¿Juntarse con los amigos que no podía ver en periodo de clases?... ¿Hacerlo todo? ¿No hacer nada?
Qué clase de virus se activa en mi mente para que siempre se vea invadida de sentimientos donde nada parece ser suficiente, que todo es poco, que falta mucho para sentirme realmente conforme, donde los anhelos se intensifican. Vivo en una eterna incertidumbre, busco mucho, encuentro poco… ¿Qué falta? ¿Dónde más hay que escarbar? ¿Los deberes son mi alimento? ¿Es necesario desplazar el querer?
…
Una instancia para replantearlo todo. Me remonto a vacaciones anteriores durante estos últimos 6 años (incluidas las forzadas), siempre latentes las preguntas bases ¿Hacer todo? ¿Hacer nada? Y al final, termino abrumada por el tedioso punto intermedio entre haberlo hecho todo y no haber hecho nada.
¡Ahí está el juicio errado!
Veamos, queda poco para la vuelta a clases, sé que se viene enmarañado y estresante, pero al fin y al cabo son mis ocupaciones, algo que solo yo manejo, últimamente me estresa más estar sin nada que hacer. Claro que son exquisitos aquellos momentos en soledad donde los disfruto por lo escasos que son, así como Emily Dickinson en su poema “Success”, se desprende que la condición humana está en un constante estado de compasión por el deseo eterno, como una especie de autodefensa al vacío, al miedo a no gozar de la intensidad que un deseo cumplido puede significar. Me conduciré por esas vías, el carril del “success”.
El deseo realizado es viseral y “tener” no es lo mismo a “deseo realizado”, cumplir deseos se vive, se siente y se disfruta; tener, sin embargo, es superfluo e inactivo. La complacencia de vivir un deseo es escasa para quienes sólo “tienen” y viven en la conformidad de su estado actual, quedarse con lo que hay no es suficiente para el “success” del que habló Dickinson en el poema.
Puede ser difícil, hasta aflictivo, pero la incertidumbre, el temor y el deseo son estados vivos, orgánicos que son indispensables para el “success” personal. La idea es encontrar la otra cara, no quedarse pegado en el deseo solo, hay que buscar el yang para que la angustia sea la preparación para el placentero equilibrio y así no alcanzar a la frustración.
Estimaré, por lo tanto, que mis vacaciones son para desear y los deseos serán realizados al término de éstas y al comienzo de los nuevos deberes. La congoja no será en vano.
Me visualizo en la no presión de los deberes, pasan las semanas, con ellas las vacaciones y todavía me estoy preguntando ¿Qué se hace en vacaciones? ¿Repasar la materia del semestre pasado para no perder el hilo? ¿Indagar en la materia que se viene para no quedar pillada? ¿Dedicar el tiempo a quienes quiero? ¿Carretear? ¿Viajar? ¿Dormir? ¿Trabajar? ¿Hobbies? ¿Juntarse con los amigos que no podía ver en periodo de clases?... ¿Hacerlo todo? ¿No hacer nada?
Qué clase de virus se activa en mi mente para que siempre se vea invadida de sentimientos donde nada parece ser suficiente, que todo es poco, que falta mucho para sentirme realmente conforme, donde los anhelos se intensifican. Vivo en una eterna incertidumbre, busco mucho, encuentro poco… ¿Qué falta? ¿Dónde más hay que escarbar? ¿Los deberes son mi alimento? ¿Es necesario desplazar el querer?
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Una instancia para replantearlo todo. Me remonto a vacaciones anteriores durante estos últimos 6 años (incluidas las forzadas), siempre latentes las preguntas bases ¿Hacer todo? ¿Hacer nada? Y al final, termino abrumada por el tedioso punto intermedio entre haberlo hecho todo y no haber hecho nada.
¡Ahí está el juicio errado!
Veamos, queda poco para la vuelta a clases, sé que se viene enmarañado y estresante, pero al fin y al cabo son mis ocupaciones, algo que solo yo manejo, últimamente me estresa más estar sin nada que hacer. Claro que son exquisitos aquellos momentos en soledad donde los disfruto por lo escasos que son, así como Emily Dickinson en su poema “Success”, se desprende que la condición humana está en un constante estado de compasión por el deseo eterno, como una especie de autodefensa al vacío, al miedo a no gozar de la intensidad que un deseo cumplido puede significar. Me conduciré por esas vías, el carril del “success”.
El deseo realizado es viseral y “tener” no es lo mismo a “deseo realizado”, cumplir deseos se vive, se siente y se disfruta; tener, sin embargo, es superfluo e inactivo. La complacencia de vivir un deseo es escasa para quienes sólo “tienen” y viven en la conformidad de su estado actual, quedarse con lo que hay no es suficiente para el “success” del que habló Dickinson en el poema.
Puede ser difícil, hasta aflictivo, pero la incertidumbre, el temor y el deseo son estados vivos, orgánicos que son indispensables para el “success” personal. La idea es encontrar la otra cara, no quedarse pegado en el deseo solo, hay que buscar el yang para que la angustia sea la preparación para el placentero equilibrio y así no alcanzar a la frustración.
Estimaré, por lo tanto, que mis vacaciones son para desear y los deseos serán realizados al término de éstas y al comienzo de los nuevos deberes. La congoja no será en vano.
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Acá imágenes recurrentes de estas vacaciones... ¡uf!, he pasado por estos caminos taaantas veces, siempre matices distintos, en este caso son fotos de pleno invierno después de una linda lluvia (arriba de un bus)