Durante mis 36 años de vida siempre oí a muchas madres hablar que tener un hijo produce un sentimiento único e inexplicable y como era inexplicable, tal vez nunca lo entendí bien y era difícil ser empática con el tema. Sin embargo, durante 4 meses lo he estado experimentando perfectamente, yo lo describo como algo “terrible” por la gama de sentimientos y sensaciones totalmente nuevas y drásticas para mí que me abruman sobremanera. Para empezar, recién ahora puedo entender lo que es el miedo, un pavor tremendo a faltarle a mi hijo. Hace sólo un año (previo a la concepción) hablaba de no temerle a la muerte, ahora, sólo la idea de dejar de existir me da terror, ni hablar si a mi hijo le pasa algo, como ejemplo, en este corto tiempo he sufrido angustiosamente un simple resfrío de mi Tom y las brusquedades de las lamentablemente necesarias citas al doctor. Mi garganta se apretaba al verlo llorar por la vacuna de los 2 meses y ahora tristemente vienen las de los 4 meses, 6 meses, etc… si esos “detalles”, para muchos, me han causado dolor, no quisiera imaginar algo más grave. ¿Cómo no va a ser “terrible”?
Esto es sólo una parte de lo “terrible” que es ser mamá. Durante mi embarazo, asistía a unas charlas en el consultorio de Gómez Carreño, que fueron muy útiles, allí se hablaba de la importancia de fomentar el “apego” de la madre con el bebé, tanto durante el embarazo, como la importancia de disfrutar su nacimiento, lo clave del momento que te entregan al bebé a los segundos de nacer, luego amamantarlo y acariciarlo.
Al salir de la clínica me dieron el post natal y 24 horas con bebé (hasta ahora), conociéndonos. Todo esto sigue siendo terrible, porque la profecía se cumplió, hay “apego” y mucho, demasiado, diría yo. Partiendo porque lo extraño si estoy un rato sin él y más encima con sentimientos de culpa, no puedo vivir mi vida, sólo pienso en él, el famoso “apego” no me deja hacer nada más que no se relacione con él. La sensibilidad ante otros bebés o niños y hacia otras madres y casos noticiosos relacionados con ellos está al rojo vivo, se sufre la angustia de ponerse en su lugar. El amor que se experimenta es tan intenso que no se parece a ningún amor antes sentido, es una dependencia mutua absoluta. Es una tortura que fomenten el famoso “apego”, porque resulta, es tan fuerte, de verdad, se sufre todo el rato. ¿Cómo no va a ser “terrible”?
Oía a muchas madres hablar sobre lo sufrido que es tener un bebé y ciertamente no se equivocaban. Todo partió incluso antes de enterarme siquiera que estaba embarazada. Me sentía extraña, mareos, dolor de pecho, asco a todo y estas mismas sensaciones me tenían de mal humor, por 5 meses; luego, la psicosis, obsesionada con que pateara mi vientre en cada momento y miedo cuando pasaban algunas horas que no lo hacía, sumando el dolor intenso de espalda, el cansancio, el sueño y no poder conciliarlo, ya que la gran guata incomodaba en cualquier posición. Al finalizar los 9 meses, surgieron otros temores, los miedos de primeriza, que todo pudiera salir mal o la paranoia que naciera en cualquier lugar. Comenzaba la desestabilización. Faltaba mucho camino “terrible” por recorrer y los nunca bien ponderados, “dolores de parto”… uf! Fuerte! Me habían dicho que eran intensos, pero nunca dimensioné cuán fuerte eran. ¿Cómo no va a ser “terrible”?
Al salir de la clínica, bebé se fue llorando a casa… era el anuncio de lo que vendría.
¿Porqué tanta investigación sobre la depresión post parto? Claramente son hombres los que se han dedicado a investigar este tema, sin embargo, muchas madres y yo lo tenemos muy claro. Es evidente que a algunas les de depresión. Hay personas que lo soportamos y otras que no. Ahora si que soy empática con aquellas que la han sufrido, ¿cómo no van a padecerla si la vida cambia de golpe y sin benevolencia? En mi caso (que es lo normal), quedé adolorida del parto, incómoda, cansadísima y atolondrada, me duró casi hasta el 1º mes, sumado a que bebé tenía el sueño cambiado, durante la noche no dormía nadie, en el día menos, estaba exhausta, las piernas no me respondían debido al cansancio, con mucho temor que cayera de mis brazos porque tampoco respondían mucho, las constantes pesadillas relacionadas con el bebé en las poquísimas horas que lograba dormir, estar sola con el bebé todo el día, sin saber mucho qué hacer, él era tan frágil, estresada porque el llanto no deja pensar en otra cosa que tratar de consolarlo, aunque arriesgue mal acostumbrarlo por tomarlo en brazos, nada más importa que asistir al bebé y cubrirle todas sus necesidades. El encierro en soledad con el bebé, comer, dormir, bañarse, ir al baño sólo si el bebé te lo permite, habían días que no comía, más estreñimiento, dolor abdominal, colitis, dolor de espalda, grietas en los pezones, etc. Extrañas a tu pareja, a tu familia y amigos que siguen con sus vidas. Una se vuelve hinchada, fea, la cantidad de pastillas que recetan, salir de compras de recetas y trámites más trámites para bebé, el bebé llora en esos trámites, buscar un lugar tranquilo para amamantar, el gasto económico que conlleva tener un bebé. La casa se vuelve un chiquero porque no hay tiempo de nada. Los primeros días, moría de frío al dar pecho porque baja la presión y en eso me resfrié y contagié al bebé. ¿Qué la depresión post parto es algo hormonal? Naaa!!! ¿Cómo no va a ser “terrible”?
Nunca terminé el libro que estaba leyendo durante el embarazo. Me he vuelto superficial y frívola con la televisión, sólo veo programas que no me hagan pensar demasiado ni que puedan esclavizarme en lo más mínimo.
Algo que me llama la atención, la Ley de Murphy se cumple a cabalidad con bebé. Para que entrar en detalles, es para otra entrada.
Muchas de estas descripciones, aún se mantienen, pero gracias a la bendita costumbre las han atenuado.
Lo bueno se describe en pocas palabras: lo que compensa y supera todo lo antes mencionado es mi adorado hijo Tomás Enrique, tenerlo a mi lado es lo más hermoso de la vida, es mi estimulo para estar a su lado toda la eternidad. Mi vida le pertenece.
¿Cómo no va a ser maravilloso?
Pd. Quiero agradecer muy especialmente a mi mamita que hace lo imposible por acompañarme mientras pueda en este proceso, a mi papá que me la presta y se sacrifica cubriendo el trabajo de ambos y a mis amigas y hermanos que están pendientes de mi y mi Tomás.