Hoy,
después de mucho tiempo ausente de la encantadora rutina de paseos familiares
por la costa, decidimos con mi marido e
hijo retomar la costumbre de pasear por la orilla de Reñaca y Concón. Algo
inesperado y decepcionante ocurrió al darnos cuenta que, en uno de los puntos
que poseía uno de los parajes más hermosos del borde costero del sector, donde
solíamos descansar y observar la cercanía del mar con las olas rompiendo en la
majestuosa e imponente roca conocida como Peñón Orejas de Burro, donde aves y
fauna marina lucían a pequeña distancia sus variadas texturas, donde podíamos
acariciar la flora tímida que sobresalía del relieve de la gran roca, allí mismo donde se presentaba tal espectáculo, a un costado del puente Piqueros, chocamos atónitos con una construcción monstruosa que se levanta entre las rocas, parecía como si se hubiese posado casi de forma espontánea en dicho sector apernándose para siempre y yo sin saber qué pasó. Aquella imagen horrible se deja ver inerte transformando el lugar en una escena abandonada y dantesca, remplazando así aquel espontáneo espectáculo natural tan atractivo de toda nuestra costa por una estática mole aberrante de concreto.
Perplejos, vimos cómo nos quitaron parte de la naturaleza costera que atraía por su compleja pero sencilla belleza y que agradecidamente estaba al alcance de todos los ciudadanos. La verdad, quedamos pálidos, sin entender muy bien cómo fue posible tal construcción que afea nuestro paseo, independientemente si la obra está terminada o no.
Lo que vimos aparece como una herida irreparable en la costa de todos los chilenos y en especial los que vivimos en Viña del Mar, peor aún, una vez terminado el proyecto veremos cómo fue sacrificado irreversiblemente nuestro patrimonio natural, patrimonio que considerábamos como algo propio, parte de nuestras vidas, casi como un miembro de nuestra familia, que ahora ha sido ultrajado por dinero. Ahí su presencia, un despojo de humanos irracionales dañando lo nuestro sin el consentimiento de nadie más que de unos pocos por unos cuantos billetes.
No es difícil imaginar que aquella construcción culminada o no más que hermosear afea el sector, lo vuelve vulgar, sin atractivo para nadie más que aquellos que lo habiten caprichosa e interesadamente. Visualizo cómo se llenará de vehículos, atochamiento y ruido, síntomas que alejan a cualquier turista interesado en la calma y belleza natural de nuestras costas, el turista de verdad, aquel que nos visita por nuestra belleza paisajista naturalmente armoniosa y tan escasa en estos días.
Otro punto no menor, es que me parece inconcebible la idea de una construcción en el rompiente de olas, en un sector conocido por marejadas y no sólo eso, todos conocemos la existencia de terremotos y tsunamis ¿que no pensaron en ese “detalle”? ¿Cómo pasar por alto no sólo los derechos de los ciudadanos, sino que la integridad de cuánta gente que permanezca en dicha obra, tanto en su construcción como al culminar ésta?
Pareciera ser que el espíritu de Macchiavello y el rey Midas rondan por las cabezas de los involucrados en este proyecto. Supongo -pensando moralmente- que debemos perdonarlos por su ignorancia o por estar “poseídos”, pero ¿es posible remediar en parte el daño hecho? difícil, sin embargo, creo que es posible mejorar lo que queda y lo que queda es el criterio y las buenas intenciones; en cuanto a la legalidad, también creo que se puede hacer algo importante para evitar este tipo de acciones (Asumo que debe haber un problema legal en su construcción, porque por haber sido un día hábil la obra está totalmente parada)
Es por esto que, ante tal tristeza y decepción, intento llegar a ustedes, con la intención de hacer un llamado desesperado hoy, en que la obra está detenida, para no permitir que siga en curso y que compensen el daño hecho, además a no fomentar más este tipo de iniciativas dañinas que empañan nuestra ciudad, a ustedes, ciudadanos todos dispuestos a velar para que estas cosas no ocurran e impacten negativamente, no sólo en la ciudadanía, sino que también al ecosistema de la costa central que es tanto o más importante.
Finalmente, no soy profesional en el tema, pero es fácil dimensionar el daño ecológico que este tipo de construcción ha causado y causará. Por favor, ya hemos perdido nuestras dunas y gran parte de nuestro derecho a observar el mar libremente, no permitamos que esto siga ocurriendo al punto de destruir lo que jamás podríamos recuperar.
Muchas gracias por prestar vuestra atención,
Me despido, con el alma trizada.