martes, enero 18, 2011

Alba Campestre


Desde su arribo, cada mañana es igual. A él le gusta sentarse junto a mi y disfrutar de la refrescante brisa matutina de verano. Le complace además el café y pan tostado, todo acompañado de preguntas sin respuestas creadas durante su existencia, sin esperar respuesta alguna, a él le gusta así, divagar en las posibles respuestas, sólo pregunta con el deseo de hacerme cómplice de sus ingenuos pensamientos. Abstraído mira al frente husmeando es el límite del horizonte. Instintivamente escarba con su mano en el aire, luego en mi silla, buscando mi mano, luchando al mismo tiempo para que sus pensamientos no lo alejen de mí. Observo sus dedos entrelazados en los míos, luego miro al frente indagando allá en su confín. Él aprieta mi mano con fuerza y dice: “Oh amor ¿qué tan eterno es este horizonte?”

3 comentarios:

columnainvertebral dijo...

hola claudita, tanto tiempo, qe hermosos lo que acabo de leer, es esperanzador cuando hay alguien que comparte esos momentos de eterna reflexion, me pasa algo similar, y lo de los sueños tambien muy notable, pienso que uno se debe dejar llevar por el tiempo y sin buscar explicaciones llega el momento en que el alma se siente llena de conformidad y solo disfrutar aquel tiempo. saludos clau, pronto me ire de vacaciones si ando por viña te pasare a ver y compartir laminas de albumes antiguos o intercambiar saboritos, adios

Claudia Alarcón Vidal dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Claudia Alarcón Vidal dijo...

Complacida estoy con tus palabras. Tu si que saber leer entre líneas y saborear lo oculto.

Cariños y espero que todo vaya bien en tu vida.

Por cierto, también me encanta lo que escribes en tu blog.

Saludos desde Viña